miércoles, 30 de noviembre de 2016

una nueva historia

-No, madre, esta navidad  tampoco podré ir a casa, el trabajo no me lo permite.
-Sabrina, la familia te extraña, son ya 3 años en los que no te vemos por ese trabajo.
- Madre, debes entender que aun cuando yo quiera asistir simplemente no puedo.
-Sab- No permito que termine de pronunciar mi nombre cuando ya la he interrumpido.
-Adiós madre, es tarde y mañana debo tomar un tren por la mañana- termino la llamada.

Me dirijo rápidamente a la estación, se me ha hecho tarde esta mañana y el tren parte en dos horas. Tomo un taxi al salir del edificio y le digo al conductor mi destino.

-Mañana es navidad- dice el conductor recién llevamos tres minutos de camino.
-Lo es- contesto con una sonrisa amable.
-Supongo que se dirige a ver a su familia ¿No es así señorita?
-No, viajo por trabajo.-  La mirada del señor tras el volante se ha vuelto melancólica - ¿Usted visitará a su familia el día de mañana?
-Nada me haría más feliz que poner mirarlos una vez más.- noto que una lágrima se escapa de su ojo izquierdo y es ahí cuando una intriga se apodera de mí.
- ¿Y qué es lo que le impide poder verlos esta navidad? ¿Dinero? ¿Tiempo?- me interrumpe de golpe.
- Vida, me falta vida para poder verlos señorita.- su voz se quebranta pero se resiste a llorar- Fue hace dos años cuando recibí la noticia, pero no la creí sino hasta que miré con mis propios ojos que los rumores que escuché esa tarde en el metro eran reales.

-¿Qué quiere decir con eso señor?- Pregunto en un hilo de voz y noto que el señor se ha percatado de mi pavor.
- Tranquila señorita, yo estoy vivo- suelta una pequeña risita, me lanza una sonrisa tranquilizadora y continua- ellos no. Y por favor, si no es mucha molestia… llámeme Oliver.
-Y bien Oliver ¿Qué es lo que pasó hace dos años?
-Eres una chica demasiado curiosa- me sonríe- ¿Qué te hace querer saber mi penosa historia?
-Amm… pues, estamos atascados en el tráfico y es obvio que perderé mi tren… ¿Por qué no hacer que la espera sea más corta?
- Perderás el tren aún si te cuento.
-Lo sé, pero al menos sólo tendré que esperar en la estación al siguiente.
-Está bien señorita, pero, primero ¿Cuál es su nombre?
-Sabrina.
-Muy bien, Sabrina, hace dos años yo me encontraba igual que tú, de camino a tomar un tren que me llevara devuelta a casa después de haber estudiado lejos por 4 años, mi familia había insistido tanto en que pasara estas fiestas en casa pero por la carrera me había sido imposible complacer ese deseo. La mañana del 23 de diciembre de 1999 desperté con unas ganas inmensas de ir a casa, llamé a mis padres alrededor de 10 veces y no recibí respuesta, y pensé “deben estar muy ocupados con los preparativos de la cena de mañana” así que dejé de insistir a ese número y le llamé a mi hermana menor.

23 de diciembre de 1999

-Hola Lindy, soy yo, Oliver.
-Livi, hola ¿Qué haces llamándome a mí? Nunca lo haces, hace un año que no hablamos- es cierto, nunca hablo con ninguno de mis cuatro hermanos, de hecho, ya tiene medio año que no sé nada de mi familia.
-Lo sé, perdóname por eso pequeña, te llamaba para avisar que esta navidad viajo a casa ¡Mañana estaremos cenando en la misma mesa! ¡Como en los viejos tiempos!- Escucho un grito de alegría por parte de mi hermana, ha hecho que aleje el teléfono de mi oreja… Está muy emocionada.

-¿Cuándo llegas?- pregunta derramando alegría, creo que incluso mi oído está inundado en ella.
-Mañana por la tarde- contesto y me interrumpe.
-Muy bien, avisaré a todos para recibirte en la casa de mis padres.- En cuanto terminó de decir eso, la llamada se cortó.

He salido de mi apartamento media hora después de haber hablado con mi hermana. Tomo un taxi y después de 10 minutos ya había llegado a la estación. Miro a muchas personas, hombres, mujeres, ancianos, niños… todos están en camino a pasar navidad con la gente que más quieren. Estoy muy emocionado.

-¿Me podrías dar tu hora?- Me pregunta una señora no mayor a 30 años.
-11:00 a.m.
-¡Dios mío!, el tren viene retrasado.- Era cierto, debió haber llegado hace poco más de media hora.- Perdóname, estoy muy ansiosa de volver a casa ¿A dónde te diriges?
-A Galicia.
-¡Pero mira que coincidencia!, yo también  me dirijo hacia allá. ¿Cuál es tu nombre?
-Oliver, Oliver Garza.
-Oh… tu padre era francés y tu madre española ¿No es verdad?
- Si, así es- ¿”era”? hace bastante que no escucho ese error al hablar de personas que “son”.
-Siento mucho tu pérdida- dice al levantarse de su asiento y dirigirse con una señorita que por sus rasgos puedo deducir que es su hermana.

¿Pérdida? ¿Qué “pérdida”?, sin duda a esa señora le faltan unos cuantos tornillos en la cabeza.

El tren llegó 10 minutos después de eso y todos los pasajeros comenzaron a abordar. La señora de hace un rato ha subido a otra área, y eso me agrada.
Tomo mi asiento y saco un libro de mi valija “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” es el título que leo en la portada, tiene bastante que no lleno mi mente con algo fuera de la información que los libros de texto de la universidad me dejan y esto es relajante. Abro y comienzo a leer la primera página del libro, murmullos de los asientos vecinos se escuchan y alcanzo a percibir mi nombre “¿No es ese el hijo de los Garza? ¿El que se marchó a Madrid hace 4 años?” “Pobre, debería irse, aquí se encuentra totalmente solo”. Volteo la mirada hacia las señoras y ellas se agachan apenadas por su imprudencia.

¿De qué están hablando? Todo esto es extraño, ¿De cuándo acá todos conocen a mi familia?


¿Cómo es que todos están locos hoy?

Este viaje se ha hecho muy largo, no estoy acostumbrado a estar sentado tanto tiempo, y no, las horas de escuela y tareas no cuentan, al menos en esos ratos me levanto de mi asiento, aun si sólo es por desesperación.
En dos horas llegaremos a la estación, será mejor que duerma un rato

-Joven, hemos llegado, por favor, es hora de bajar del tren.
-¿Qué hora es?-pregunto al joven malhumorado que se encuentra de pie justo enfrente de mí.
-Hora de que baje. –Me contesta con irritación y me deja solo.

Dios mío, soy la única persona que aún no baja, que vergüenza.

Ya he salido de la estación y durante todo ese trayecto me he encontrado con bastantes comentarios no muy alejados a los que escuché en el tren. Esto se está volviendo molesto

Abordo un taxi y doy mi dirección. El conductor me mira muy raro en distintas ocasiones y estoy pensando que es un maleante.

-¿Oliver? ¿Oliver Garza?- Pregunta extrañado y con una pizca de alegría.
-Sí- respondo.
-¿No me reconoces? Soy Javier, Javier García. Nos conocimos en Madrid hace un año en la universidad.
-Oh, Javier, ¿Qué haces aquí?
-Vengo de vacaciones aquí cada año.
-¿Y este taxi?
-Es de mi tío… me he metido en problemas y debo estar aquí.
- Que gran manera de pasar tus vacaciones navideñas.
-Nunca está de más ganar un poco de dinero… por otro lado, es divertido, me gusta estar tras el volante y conocer personas. Son todas muy hermosas.- Dice sonriendo.
- Ya veo.

Javier ha hablado todo el camino, es como un perico, no se calla en ningún momento.

-Hasta aquí llego, toma- estira su mano y me da un papel con su número de celular- llámame si necesitas algo.
-Amm… Muchas gracias.- Bajé del auto y comencé a caminar… estoy a 5 minutos de llegar a casa.

¿Qué pasó aquí? ¿Esta es mi casa?... ¿Dónde está mi familia?... Algunos de los vecinos han salido de su hogar y se han acercado a mí…

-Livi, ¿Qué haces aquí?- pregunta la señora Mouret.
-¡¿Qué ha pasado con mi hogar?!- grito señalando las ruinas, parece ser que esto se envolvió en llamas hace meses.
-Hubo un accidente- dice la señora.

-¿Y mi familia? ¿Dónde están mis padres? ¿Mis hermanos y hermana?- pregunto desesperado.

La señora Mouret me toma de la mano y me lleva más a fondo de las ruinas de mi hogar… 6 lápidas con lo que veo en lo que antes era mi jardín… Me extraña demasiado, aunque ahora comprendo por qué no atendían mis llamadas… vuelvo a contar las lápidas… Son 6 ¿6?... 
-Murieron en el accidente, toda tu familia estaba aquí esa noche, estaban dormidos y por esa razón no se percataron de las llamas.

“Toda tu familia” dijo, pero…  las llamadas entraban, hablé con Lindy esta mañana, dijo que me esperaría con todos mañana… Efectivamente, todos estaban ahí, esperándome.

Estoy solo.

-Esa noche caminé por alrededor de dos horas hasta llegar a la estación, tomé un tren devuelta aquí, Sabrina, jamás medí mis prioridades y ahora nunca podré pasar una navidad con mis padres y hermanos.- Esta vez Oliver se ha soltado a llorar y frenó de golpe.

-Perdóname.-Dice tratando de recuperar la postura.- Me he dejado llevar por el recuerdo.
-No te preocupes- respondo- puedes llorar cuanto quieras, esperaré a que te encuentres bien para que me lleves a mi destino.
-Señorita, ya hemos llegado, puede bajar.- No me había dado cuenta de que era así, detuvo el auto porque llegamos.
-Oh, lo siento, no lo había visto.- abro la puerta y tomo el hombro de Oliver tratando de decirle que no se encuentra solo, le dejo mi tarjeta y le digo- Puedes llamarme si necesitas algo, y, gracias.

Llegamos a la estación y aún faltan 5 minutos para que mi tren salga… pero jamás lo abordo.
En cambio, espero el tren que me llevará con mi familia esta navidad.


Fin.